martes, 27 de noviembre de 2012

Crisis es oportunidad




Que el fin del mundo nos salve
de la soja de Monsanto
de ser la oveja blanca
de los testigos de Jehová los domingos a las nueve de la mañana
de los testigos de cualquier cosa
que hablan como si fueran los protagonistas
de la enfermedad de la tele prendida de fondo
para no tocar fondo
de reproducir la escena de Tiempos Modernos
y ser autómatas yendo a un trabajo
de que no haya más canciones de Spinetta
más poemas de Cortázar
más obras de Peña.
Que el fin del mundo nos salve
de olvidarnos los cumpleaños
de olvidarnos lo importante
que no es más que vivir y dejar vivir.
Que el fin del mundo nos salve
de ver Titanic por sexta vez
un sábado a la tarde en canal trece
de leer a Bucay porque está en oferta
de ir a la verdulería y que no haya ninguna palta madura
de que todas las hamacas de la plaza estén ocupadas.
Que el fin del mundo nos resguarde
de todo lo que nos guardamos,
de subir al colectivo y ser el único que va parado
de posponer la felicidad como si fuera la alarma del despertador.
Que vengan los mayas, los aztecas, los incas
los griegos , los piratas, las sirenas
y que nos salven
de los que creen que todo es abstracto
de los que creen que todo es concreto
de los paraísos
de los cuerdos
de los impermeables
de los metrosexuales
de las metrosexuales
de los que creen que la femineidad
se mide en centímetros de taco.
Que venga el apocalipsis
y nos ponga contra un gran espejo
solitos con nuestra alma
hasta entender que el fin del mundo
está adentro nuestro
y no es más que ese amigo invisible
que se transforma en lo que nosotros queramos que sea.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El único remedio es no tener cura





Pero un día te levantás y te das cuenta de que el árbol es tan grande, que no podés ver el bosque.
Al principio te desesperás, por las claras limitaciones que esto provoca.
Te ametrallás a preguntas del estilo : ¿Qué hay después del árbol? ¿Qué constelaciones de ramas me estoy perdiendo? ¿Cómo consigo un lago donde hacer agua o pinos que me den descanso?
Te cae la ficha, como unl venenito en la cabeza: Sabés que la única opción es mirar fijo y agudo el árbol.
En el bosque pierde identidad y se funde y confunde entre tanto verde. Ahora toca lo otro, reconocer cada una de sus formas, saberlo jacarandá un día, cactus al día siguiente, paraíso al otro día y así sucesivamente en un sin fin de formas mutantes.
El árbol no te deja ver el bosque y por algo está el árbol ahí y vos ahí parado tan enfrente haciendo un zoom inevitable.
Sabés que el bosque existe, que viene después pero que ahora no está y pensarlo ahora es tan inútil como pensar en Papa Noel a mediados de agosto.
Ahora estás vos y él en pleno combate de amorío, cara a rama, cuerpo a tronco.
Ese árbol también es el bosque entero.
Lo abarcás de todas las maneras posibles.
Te armás la casita que te prometiste cuando eras chico, le colgás una rueda para hamacar por un rato la pena de creerte perdido, le tallás ese nombre que repetís hasta en sueños , lo mirás fijo y mientras, el zoom que no para.
Te da miedo y te metés por el huequito que ves entrar a las hormigas para esconderte hasta que te cansás de la oscuridad y te trepás a la rama más alta a ver el atardecer que es casi lo único en lo que crees.
Te derretís al sol, elegís ser del estado más líquido posible para filtrarte por las raíces , donde sabés que confluye el bosque y tenés la humedad para no deshidratarte.
Te fundís con el árbol hasta desintegrarte, no distinguís hasta dónde te crecieron los brazos de tanto cavar.
Por fin estás del otro lado , y al rato del descanso ves aparecer una fila interminable, sabés que viene otro árbol y otro y otro, pero que focalizar en cada uno es la única manera de ampliar el horizonte.